Te contamos cómo surgió la idea de los primeros lentes de sol hasta convertirse en los modelos que hoy conocemos y que queremos tener siempre a la mano.
Las esmeraldas del emperador Nerón
Todo comenzó con el emperador romano que veía las luchas de los gladiadores a través de las esmeraldas. Se especulaba que usaba estas piedras preciosas para proteger sus ojos del Sol por el color verde. Este primer experimento del uso de color fue replicado en el siglo 18 por James Ayscough, uno de los pioneros en usar vidrio azul y verde para mejorar la vista.
Lentes para la nieve
El primer uso formal de lentes para proteger los ojos del reflejo del Sol fue de los Inuit (esquimales del Ártico). Ellos los usaban especialmente para combatir el reflejo en la nieve. Eran unos artefactos parecidos a unos gogles con una apertura delgada en el centro que se conocían como nigaugek o igguag. Eran hechos de madera, hueso o cuernos de animales.
Primeros experimentos
En otro lado del mundo, en China, hace 900 años, se empezaron a usar cuarzos ahumados. Conocidos como Ai Tai que se traduce a “nubes oscuras que cubren al Sol”, se pasaron a un formato de armazón hasta el siglo 15. Su uso no era sólo cuestión de moda, sino con fines ceremoniales y terapéuticos. Se rumora que algunos jueces también los usaban para ocultar sus expresiones faciales en juicios.
El principio de los lentes modernos
A finales del siglo 18 se inventó la forma moderna que conocemos, es decir, dos lentes unidos por un marco que se extiende de una oreja a la otra. En Venecia, Italia, se popularizó su uso y eran conocidos como los lentes Goldoni por el dramaturgo que los portaba con frecuencia. Los gondoleros se protegían de sus largas jornadas bajo el sol con estos primeros lentes.